sábado, 3 de septiembre de 2011

Tribulaciones de un hispano en Argentina

Parece que fue de este modo: los romanos llegaron, pongamos, hace dos mil años a España, y se encontraron una tierra por donde los conejos brincaban por doquier; conejos saltando; conejos, en fin, y le pusieron a la península, para bautizar a la provincia que terminarían anexionando, Hispania, tierra de conejos. De ese modo, al menos, se expresa una reputada corriente (no la única) de filólogos. El mundo continuó -lógicamente- dando vueltas, y los hispanos a sus cabezas, etcétera, y mil quinientos años después, los hispanos que viajaban al exterior y regresaban a la península ponían en su boca las palabras: volver a "España". Se ve que ya entonces los hispanos éramos una raza para los que el celo en los actos y acometidas de proyectos constituía un aspecto secundario de los mismos, esto es, que usábamos la expresión acomodaticiamente. Y fue ahí sedimentándose el término España, no más que "Hispania" pronunciado con todo el relajo atribuíble a los futuros degustadores de flamenco, paella, sol, playas, toros, y otras verdades.

Sólo unos quinientos años después, el hispano que les habla llegó a la Argentina.

Argentina es un país latinoamericano, o hispanoamericano, o sudamericano; americano, en fin, un país no europeo con unos moradores similares a los españoles, los cuales no son seres americanos. Sólo nos separa el idioma, en palabras de Borges. Aquí aquí es acá, el autobús es el colectivo o el bondi, el pitillo es el puchito, los céntimos son centavos, follar es coger, camiseta es remera, ordenador es compu, taquilla es boletería, el tabaco LM normal es LM común, americana es saco, maletín es attaché, croissant es media luna (oh, poesía), pastas son facturas, dinero es plata (guita es guita), Oye es che, tú es vos, tienes es tenés, comprá es compra (una orden imperativa a ambos lados del Atlántico), comer y comidita pueden ser cenar y cena, dar de hostias es cagar a piñas, leggins son calzas, los taxis son amarillos y negros. El Zapatero de acá es Cristina Kirschner, el Hereu de Barcelona, Mauricio Macri; la derecha, el partido radical (acá me equivoco seguro, y será el partido de Rodríguez Saá y no el del vástago del Alfonsín original), la izquierda: peronistas... (me pierdo, peronismo semeja definir el propio sistema); Barcelona es Boca y Real Madrid River (sobre este extremo las tesis difieren).

Pongamos un hombre que viene de Barcelona, que es una ciudad cuyas calles son como ríos y que aboca su contenido al mar (el Mediterráneo, tan querido de Serrat, acá idolatrado), cuando Buenos Aires, capital, Baires o Bs As, es una urbe cuyas calles son como mares y que, más o menos, se aboca al océano, el Atlántico (con eso está mucho dicho).

Aquí yo he oído que hay un muchacho de Barcelona que en la facultad de Derecho pretendió o jugó a perorar, o procuró -sencillamente- arrojar un poco de luz, acá, sobre Don Quijote de la Mancha y la Constitución española, no más que un desliz surrealista que a buen seguro olvidarán los surrealistas argentinos, más concentrados en el trabajo serio de Buñuel y de Dalí. Ese muchacho, Coronas, ha empezado a recorrer el centro y los barrios de Buenos Aires llevando su currículum en mano y depositándolo allá donde los rostros caritativos le ofrecen una sonrisa, o tal vez un asiento, que aún no le han ofrecido. Las entidades que ha visitado eran productoras de televisión. En la última de ellas, tras cruzar mares urbanos y suburbanos y brincar cordilleras suburbanas para alcanzarla, el diálogo generado -en extracto- fue el siguiente:
-¿Cogéis guionistas?
Y ella respondió, con una sonrisa (atentos):
-Cogemos, cogemos guionistas. Ignoro si en este momento estamos "cogiendo" guionistas. Pero tus datos quedan en la base de datos -que es la agenda.
Che, ojalá le llamen! ;)