domingo, 30 de enero de 2011

Ir a desayunar, la aventura

Esta mañana “me levanté, vomité y me miré la cara en el espejo. Estaba atrapado. No tenía la menor posibilidad”, pensé, parafraseando a Bukowski, y luego pensé, pero qué diablos, estoy atrapado -ustedes ya me entienden- pero tengo hambre, qué diablos, repetí, qué diablos, y tal. Y tal era mi hambre que me vestí y me acerqué a la cafetería más cercana, en donde ordené mi desayuno, es decir, dije ... y ..., los ingredientes habituales de mi desayuno, y todo el personal del establecimiento se me quedó mirando, y cómo iría yo que decidí corresponder a sus atentas miradas y les dije, a todos, a todas: “I’ll burn your soul… Don’t you get it yet!”, que es algo que le oí cantar a Henry Rollins en su canción Liar (el título lo dice todo amigos, se la recomiendo), y como sus rostros semejaban no entender en absoluto de qué estaba hablando, inclusive detecté unas franjitas de reprobación en algunos ojos, por la temprana, ignota -supongo- excentricidad de cliente peregrino en que consistía mi acto o consistían mis actos, en fin, como diciendo: "qué, pavo, qué te pasa. Qué le pasa a este tío. Circule", que yo ni corto ni perezoso añadí, parafraseando a Shakespeare: “Vuestras esposas, vuestras hijas, vuestras matronas y vuestras doncellas, no bastarían a colmar la cisterna de mi lujuria”, y en ese punto digamos que yo ya me sentía más que razonablemente satisfecho, agotado tal vez, es más, pensé que iban a llamar a la policía o algo así, a los matones del barrio, quién sabe, a unos raperos, a unos cantantes de hip-hop, pero no, sencillamente una de las chicas dijo: Ay Dios, y yo pues dije: “Yo sé que Dios no existe; pero es que, si existiera, no tendría perdón de Dios”, que tal vez no es brillante, que tal vez su sonido nos es parcialmente o totalmente familiar, pero yo se la había oído a José Sacristán, el actor español, anoche, cuando me lo encontré en un cocktail y departimos tranquilamente al menos durante 30 segundos, el resto de las dos horas a lo largo de las cuales continuamos hablando lo hicimos particularmente excitados, y, regresemos a la cafetería, la chica repitió: Ay Dios. Y ahí, por ahí, por ahí ya sí que no paso, que no me repitan las cosas, que una vez es suficiente, demasiado, como quien dice, con una vez las entiendo, no soy un párvulo, y me marché a casa furibundo.

Por lo menos me fui antes de que se pusieran a cantar, que a veces lo hacen, y no es que tengan mala voz, es que es un despropósito, y por la calle, mira, me topé con una señora que iba cantando, y a cuyo cante podría aplicar idéntica reflexión, y pensé: "Un oasis de horror en medio de un desierto de aburrimiento", parafraseando o parapensando a Baudelaire, que en español debe leerse como se escribe, y ahora sí, me fui para casa a descansar, que esta noche José Sacristán y yo hemos quedado para presentarnos conjuntamente en la inauguración de una tienda de animales, animales domésticos de lujo, en donde servirán bebidas y cátering a tuti plen, yo juzgo el plan sensacional, y donde probablemente coincidiremos con la alcurnia más destacada, los adinerados de la ciudad, las altas esferas: políticos del gobierno de la Generalitat, políticos del ayuntamiento de Barcelona, otros funcionarios de alto standing, futbolistas, y establecimiento en el cual, según se rumorea, el animal más barato será una zorra, trescientos euros la media hora. Perdón por la broma, es que es temprano. Se ve que el animal más caro es una iguana de colores de un millón de dólares y el más barato un cervatillo con tres orejas (qué sutiles) que vale 900.000 euros, su peso en oro. Messi tiene tres hámsters de pelaje naranja (modificados genéticamente), que le costaron 500.000 euros cada uno. O eso me dijo, se lo aseguro, cuando nos encontramos aquella tarde en la tienda de discos de la calle "Corregidora del 31 de febrero", el ballenato nos encanta, aunque no pondría la mano en el fuego sobre el precio de esos hámsters porque me parece que estaba borracho, yo, no él, lo aclaro.

sábado, 29 de enero de 2011

My night

Si echan un vistazo a los periódicos de hoy leerán que Charlie Sheen convalece (una vez más) de otro fuerte acceso de arrojo por la vida, arrojo por la vida o a la vida, tanto da, ambas suenan, sube la música amigo, el caso es que se tira de cabeza a la vida, los gastos nos son problema; El País publica un ingenioso titular al parecer limitándose a dar fe de los hechos, y ese epígrafe dice: "Charlie Sheen, 36 horas de fiesta, un maletín de cocaína y al hospital". Yo creo que cualquier cosa que añada habrá de ir en demérito de la onda expansiva de este simpático titular. Me ceñiré, sin embargo, a añadir que la fiesta era dos tías y él, nada de amigotes plastas, este tío va en serio.

Ahora me referiré a mi agenda. ¿A qué no saben quién me espera esta noche en un cocktail con dos amigas? No me espera Charlie Sheen, he provocado ese automatismo en sus mentes, estoy en plan facilón, soy facilón, es verdad, no (y lo que ahora voy a decir sonara estúpido y más facilón todavía, pero se ciñe a los hechos calendados), yo he quedado con Carlos Sheen, que es un actor de teatro nacido en Bristol, Inglaterra, vástago de padres norteamericanos mudados a la madre patria británica y a cuyo hijo pusieron Carlos, tal cual, porque Herbert, el padre de Carlos, de adolescente, de viaje por España con sus padres -los de Herbert, claro- y futuros abuelos de Carlos escuchó como unos sindicalistas hablaban de Carlos Marx y regresó a casa prendado de tal evocación. Los ecos de esa mención lo desviarían muchos años después en dirección a la ya mencionada Bristol, Inglaterra, a la que se adjudica el nacimiento del trip-hop, casi nada, con baluartes de la talla de Portishead o Massive Attack, casi nada, decía, el caso es que los motivos de los Sheen nada tuvieron que ver con la música.

Pues la cosa es que Carlos Sheen, que ya salió a recoger con un taxi a las dos amigas, me espera en el cocktail y no sé lo que pasará pues Carlos, es verdad, lleva tres días estacionado en mi casa, estacionado es un decir, durmiendo sería una falsedad, pernocta, más o menos, el caso es que mi casa es su referencia, el cuartel general al que el soldado en permanente misión de combate nunca regresa, o casi nunca regresa, o el cuartel en el que el soldado apenas mete el pie para lo obligatorio, aunque, venga, siendo literales, el muchacho ha de dormir, o sea: todo es un decir, Carlos, decía, está huído de su inglesa patria, Bristol, Gran Bretaña, donde al menos en los cenáculos dramáticos (de la dramaturgia, quiero decir) goza de una razonable reputación de putero más o menos dotado para el arte dramático, así como le azota el claro estigma de incumplidor de contratos, de contratos con productores teatrales, básicamente.

Esta tarde, mientras desayunábamos, Carlos estaba como loco de entusiasmo: ¡históricas revueltas en el mundo árabe! Y lo ha maravillado una noticia a la que hacía referencia la columna vanguardista de Quim Monzó (el cual, por cierto, se parece mucho al vecino de un primo mío que se pasa el día cantando jotas) por la referencia a unos hechos acontecidos en su país. La noticia era que, planeado por el ayuntamiento de Stony Stratford el cierre de la biblioteca municipal a causa de los recortes sociales, un grupo de ciudadanos, ni cortos ni perezosos, se confabularon por internet y previo cálculo ponderado tomaron prestados, sacaron mediante préstamo, la aboluta totalidad de volúmenes de la biblioteca antes de su clausura (16.000). Parece lógico que la biblioteca, ese templo del saber, no pueda cerrar con su patrimonio desperdigado. Aunque el saber no ocupa lugar, la biblioteca es el lugar que ese saber ocupa, y el cual los mentados ciudadanos se resisten a abandonar. Somos gente de costumbres.

A renglón seguido de la hazaña de los ingleses bibliófilos, Quim Monzó nos ilustra sobre una mudanza que lo ocupó hace unos años, procediendo entonces a seleccionar aquellos de sus libros (unos 2.000 títulos) que no conservaría. Fue contactando biblioteca tras biblioteca en Barcelona, y ante el nulo entusiasmo percibido para recibir la donación (asustaba, dice Monzó, catalogar todo ese tonelaje) tiró los 2.000 a la basura, es decir, al container.

Esta noticia de los ciudadanos bibliófilos ha revolucionado a Carlos Sheen, que brindaba con absenta -azucarada- en llamas por la revolución mundial de las noches, y la de los días, y la de los libros, y tanta tontería que yo ya no sabía si acabarme la botella en plan kamikaze, en plan harakiri, o regresar a la cama, que nos habíamos acostado a las 11 de la mañana.

My day

Me he citado poco más adelante de la hora en la que el tópico reza que los británicos toman el té y los taurinos se sientan, puro en boca, a frotarse las manos y la lengua ante ese espectáculo tan bello a la par que tan embrutecedor para el alma de cualquier ser humano, por no limitarse dicho espectáculo a eludir el ineludible acceso de solidaridad que casi cualquier hijo de vecino experimenta ante el dolor ajeno, sino por, también, causar en los referidos taurinos el franco disfrute de esas faenas causantes de dolor, decía, me he citado a esa hora con Matt Damon, que me contará, tomando café, pues el té a él le parece aburrido y ese es un parecer que yo suscribo sino al cien por cien sí al noventa por ciento, que es mucho, que un 9 -se ven pocos- es casi como un 10, el cual me contará, M. Damon, iba diciendo -cómo me gusta largar-, me contará algunas curiosidades relacionadas con escenas que fueron víctimas de eliminación en los montajes finales que componen la trilogía de Bourne, escenas eliminadas de cada una de esas tres patas de gato de la trilogía sobre ese agente de la CÍA que más se asemeja a un chicarrón del norte, todo nobleza, que a un glamouroso ejecutor británico, que bucea el Mediterráneo, deambula por Asia y Europa en lugar de los Estados Unidos, que viaja en tren, TGV, AVE (el TGV español), tal vez Euromeds europeos, no simplemente levantinos, y que investiga mediante internet en los bares informáticos comunes que tanto dispensan uno de esos cafés mentados como espacios de tiempo ante el ordenador.

Por supuesto, soy incapaz de anticipar el argumento trascendental del encuentro pues éste se halla aún por producirse, y... que no se me olvide, ansiaba acometer un chiste, un chiste. El chiste, o la gracia, dice más o menos así, si no lo recuerdo mal, me lo contaron en el pasillo de un quirófano, yo y el otro aliterado aguardábamos con enorme inquietud la llamada al cadalso quirúrgico, yo para sacarme las muelas del juicio y el desconocido compañero para un cambio de sexo, según dijo, y son esos momentos de aquellos en los que la densidad molecular de las neuronas receptivas está por los suelos, por los nervios, en fin, voy a por el chiste (cómo me gusta largar), ya voy, se ve que en el chiste Holden Caulfield entra al dentista, y en la sala de espera se encuentra con Ulises Lima, se encuentra, es decir, coincide, pues no se conocen, justo cuando la enfermera... Y ahora pugna por irrumpir en mi narración el recuerdo de otro chiste, qué cabeza tan caprichosa, he de mejorar mi dieta, este segundo chiste mucho más soez, o soez, simplemente, de esos buenos, pero como no me veo capaz de aglutirnarlo por completo lo voy a tener que dejar para otro día, y, ay, ay, ahora veo que tampoco me acuerdo de como seguía el primer chiste... Qué bochorno. Pido disculpas. Paro. Me detengo.

Lo que sin género de dudas sí recuerdo a fuego son dos notitas leías esta mañana en La Vanguardia (edición del 29 de enero de 2011, sólo habrá un día con estas señas en toda la historia). La primera enuncia: "La pequeña delincuencia protagonizada por la tercera edad es un fenómeno en alza en Japón. Roban para ir a la cárcel y huir de una sociedad individualista que los ignora. LA CÁRCEL, ÚLTIMO REFUGIO DE LOS ANCIANOS JAPONESES". El artículo se explaya ante el hecho incontestable de la deshumanización. Si no recuerdo mal, si hace 20 años 1 de cada 20 detenidos por robos (o hurtos) era miembro de la tercera edad, ahora, en Japón, nos hallamos ante la proporción 1 de cada 4. Declaraba uno de estos ancianos, recién abandonada la reclusión, que en la trena los ancianos son un colectivo respetado, al contrario que fuera, y que las atenciones sanitarias que reciben son las pertinentes a serles dispensadas al aire libre, a la intemperie, las que reciben cuando son libres y están expuestos a toda la tempestad humana que con su omisión tanto los maltrata. El gobierno nipón está ampliando los penales para contar con pabellones destinados especialmente a esta minoría de su población.

La otra noticia va más allá. Es, además, esperpética. "Sermón contra la homosexualidad en el funeral por el gay asesinado en Kampala". Uganda. "La homosexualidad es un mal que Dios castigará", dijo ayer el sacerdote Thomas Musoke en el funeral por David Kato, el activista gay asesinado en Kampala. "Debéis arrepentiros", añadió. (...) El presidente de Minorías Sexuales de Uganda (...) le quitó el micrófono y (...) forcejeos (..) La policía (...) alejó al cura. Acabó el acto un obispo anglicano excomulgado por defender a los gais.

El nivel de nuestra raza humana es tan bajo que, al menos, sólo podemos mejorar.

Y ya para terminar, en plan colofón de azúcar (buf...), pues Matt Damon dice (por sms) que la f... police le ha puesto una multa por esperarme en doble fila, un poema que narra uno de los múltiples narradores de Los Detectives Salvajes. Un poema, dice, de J.J. Tablada: Bajo el celeste pavor / delira por la única estrella / el cántico del ruiseñor.

Un poema desperado.

miércoles, 26 de enero de 2011

My future

Todavía esta mañana, mientras me tomaba la copita de Brandy Los Depresivos -recomendado por un bisnieto de Rodolfo Valentino- antes de desayunar, me debatía acerca del rumbo que debía acometer mi futuro. Todavía. Policía. Verdugo. Y al final, entre la academia de policía y y la academia de ejecutores me he decantado por ésta última y he tomado la firme decisión de desplazarme hasta la misma para inscribirme en el curso inminente. Me dio la idea el primo de un sobrino de Marlon Brando, algo así, soy incapaz de precisar, estaba ebrio, yo, no el pariente de Brando, con el que coincidimos, con el que habíamos quedado mi novia y el que les habla, un cocktail; ella me abandonaría tras el cocktail.

Cuando sea mayor: verdugo.

Eso me he repetido y tras acabar de peinarme he ido a por el mp3, y a por un libro para el viaje en metro. Me he dicho: hoy los Smiths. No: Portishead. No: James Holden. No: "no" me ha salido otra vez la palabra, creo que por puro automatismo. No: he dicho basta, basta, y creo que entonces era víctima de un ataque de melodicidad, y he decidido, sin posibilidad de apelación, que descargaría un disco de Nino Bravo y no se hable más. Y luego me he puesto a ver qué libro me llevaba, y me he dicho: Los detectives salvajes. No: 2666. No: Ampliación del campo de batalla. No: Cartero. No: El árbol de la ciencia, de Baroja. No: El camino, de Delibes. No, he decidio que me iría con Ampliación del campo de batalla, que me da la impresión que se atiene más con el look de verdugo. Pero luego me he dicho: Fulanito, no hagas tonterías, te vas a ir a matricular para verdugo, dónde vas con un libro, cuida tu reputación, dónde se ha visto un verdugo que lea, dónde, Fulanito piensa. No sería cosa que me tope con dos aspirantes más y se pongan a cuchichear: mira ése, con un libro, dónde va ese listillo con un libro. Ja -diría el otro-, menudo alternativo, y a mí esa palabra, "alternativo" me duele en el alma, como si me conocieran. No me llevaré ningún libro, he de ser una persona seria, de fiar.

Por otra parte, unas oposiciones para verdugo... La faena de verdugo no goza de predicamento ya en este país; desde 1975 hay un paro galopante en el verduguismo, ya no se ejecuta. Habría de emigrar para ejercer de verdugo. Pero ¿adónde? Lejos. Fuera de Europa. Estados Unidos, que es la tierra de la libertad, China, que es la tierra del pueblo, Irak; Afganistán. Hay opciones. Hay muchas más. Sí, Fulanito, no sufras, hay posibilidad de trabajar, que otro a engrosar el desempleo... pues no, no me parece bien. No emigraré a Alemania pero a otro sitio tal vez.

Más adelante, tras visitar de nuevo la nevera para servirme otro vaso de leche me he dicho: pero Fulanito, no sólo se trata de una ocupación, también has de encontrar pareja para que tu vida adquiera tintes de sentido. ¿Y cómo te las vas a componer a dichos efectos? ¿Qué harás cuando transites en esas infinitas colmenas de la noche -ignoro por qué me he puesto tan retórico y tan gratuíto-, cuando creas divisar a la muchacha de tus sueños? Si ella te dice: Ja, ja, ja Fulanito -riéndote un chiste (éxito)-, yo soy empleada de banca, ¿tú qué haces, a qué te dedicas? ¿Qué le vas a decir entonces Fulanito? Yo soy verdugo. Eso, Fulanito, está muy muy mal visto, mucho. No sé qué vas a hacer entonces.

Al final he decidido que no iba a ser verdugo. Y me he tomado otro Brandy Los Depresivos (porque no tenía mezcal Los Suicidas -que lo recomienda un primo mío que vive en México-) y he vuelto a la cama, que sólo eran las once, y hasta las siete no tengo ese absurdo cocktail en una galería de fotografía donde he quedado con un sobrino segundo de Roman Polanski, y adonde no me acompañará mi novia, que me abandonó después del cocktail al que asistimos junto al nieto de un primo de Marlon Brando o algo así, no me hagan recordarlo.

viernes, 21 de enero de 2011

Hombre - mujer. Mujer - hombre

Llevo sesenta y dos días sin apoyar el pie derecho, y tengo para mí que esa -entre mil- ha podido constituir una de las causas, o la causa desencadenante, de que mi novia me haya abandonado. Me ha dicho: Te dejo. Y ha cumplido su promesa.

Pero volvamos al territorio de las plusmarcas porque el territorio del amor me está sacando de mis casillas, y yo ya estaba en ese otro territorio del amor en las afueras de mis casillas. Digo que en el territorio de los récords yo soy un cortado descafeinado, un quesito cabrales light, en comparación a mis ancestros; unos recordmen recalcitrantes la mayoría; como mi tátarabisatátarabuelo, que estuvo desde la publicación de Flaubert por Mdame. Bobary (1857) hasta la publicación de Princesa Safo por el Tutú (1891) sin tocarse la nariz. Luego murió y su hijo estuvo desde el final de la 1ª Guerra Mundial (1918) hasta la publicación del James Joyce por Ulises (1922) sin salir de casa; una marca mucho más discreta, es cierto, pinitos modestos, o no tan modestos, como veremos, en los que el nieto de éste último (el nieto del hijo de mi tátarabisatátarabuelo) perseveró pues estuvo fregando platos sólo interrumpiéndose para comer y dormir y sin días de fiesta desde la entrada en guerra de los americanos en Vietnam (1965) hasta la publicación de Bukowski por Cartero (1971).

Yo, insisto, yo me sumergo en la modestia cuando pienso en todas aquellas acendradas acciones que jamás podré superar. Mas en este instante todo eso, todos esos récords, los récords, que dan sentido a mi vida, me la traen al pairo, los récords y el sentido de mi vida no son nada cuando mi autoestima anda mal pagada y hundida por cuitas sentimentales. Ah, las relaciones hombre-mujer, las relaciones chico-chica. Macho-hembra. Él-ella. Ella-él. De poder a poder. La guerra de sexos. El encuentro de sexos. El amor. La pasión. La complicidad...

Lo que voy a hacer es escribir en mi diario que lo dejamos de mutuo acuerdo, así lo iré leyendo sucesivamente y al correr de los años -pocos años- el hecho será que lo habremos dejado de mutuo acuerdo, diré, ay Fulanito, qué mala memoria tienes, pero por qué te preocupas, si lo dejasteis de mutuo acuerdo, encima fuiste bueno, bondadoso, la dijiste que era lo mejor para ambos, ella se convenció, de mutuo acuerdo, en plan civilizado, no como la conquista de América sino con complicidad, y tal y tal. Sí, mi novia y yo lo hemos dejado de mutuo acuerdo. Era lo mejor. Es hora de pasar página.

jueves, 20 de enero de 2011

Un aburrimiento enloquecedor

Esta mañana noté dolor y decidí tomarme un Hello Katyl en la cafetería.

Luego me tomé tres chupitos de licor de avellana y me acodé sobre la barra. Luego me tomé un último chupito de licor de avellana.

Luego me puse a ensayar el dudoso arte de la conversación con el encargado.

El encargado es hijo adoptivo del dueño y de su discurso emana ininterrumpidamente un sordo rencor hacia sus progenitores.

Y en un determinado punto ya nos metíamos en camisas de once varas, en el más peludo de los asuntos que ocupa a los humanistas -más que a la humanidad- que es el propio de la naturaleza humana, y le dije que ya guardara la botella, que no iba a beber más.

¿Dónde estaba? Sí, un asunto... buf. Menudo asunto amigos. No sé, tres mil años llevan nuestros descendientes y nuestros contemporáneos debatiendo al respecto para haber acabado dejando los foros más calientes de lo que entraron, desmejorados y sólo satisfechos por la sensación del deber de lucubrar cumplido, lo que no te conduce a ningún lado, a menos que seas un académico becado o asalariado, o un estudiante que deberá echar un vistazo de mala gana a sus apuntes para obtener el aprobado...

Entonces.., sí, cierto, corrijo, lo reconozco, en sus buenos gramos de beneficio redundan esos debates y construcciones sesudas que consisten en cifrar con estilo, a través del tapiz de la retórica -y hasta de la lírica- el puro sentido común. Pues nada ha dicho un filósofo o un poeta que no se hallara vertido ya en el anonimato infinito de la historia por hombres sin formación que se sentaron sobre una piedra durante años a ver pasar el mundo y la vida (que viene a ser lo mismo), siempre que acostumbraran dormir por las noches y comer por las tardes.

Eso dije, y luego me recogió mi novia para llevarme al cocktail en donde habíamos quedado con ese nieto de un primo de Marlon Brando o algo así, y me dormí en el coche.

La muerte (Death, Tanatos)

Llevo seis días sin comer. Doce sin encender la televisión. Quince sin tocar un teléfono. Ocho sin emitir las palabras "Hola", "Caribe mix" y la preposición de modo "de". Y setenta y dos horas sin dormir.

La muerte es, en principio, un asunto de muy mal rollo amiguitos.

Curioso pues la muerte es, en principio, aquello único de lo que no podemos escapar. Reposa la fecha en un calendario seguro. Te alcanza a ti. Me alcanza a mí. A mí, a ti, a él. A nosotros, a vosotros, a ellos. ¿No es, de este modo, algo para lo que deberíamos prepararnos; algo para lo que, al menos, deberíamos intentar prepararnos? Intentarlo. Aceptarla. Un asunto de lo más espinoso. A menos que uno se halle -pobre- inapelablemente postrado ante la cantinela del Qué agobio de vida. Qué agobio de vida. Qué agobio de vida. Y pasa el tiempo y la cantinela no sólo no se diluye ni se difumina un ápice -un par de experiencias menos negras (como turquesa), unos puntitos de aclarado, cierto gris tirando al amarillo sol en extraordinaria ocasión, aún sosteniéndose un resto de jornadas estilo verdín, cetrinas y de poca salud, mas soportables, empero- sino que tocamos la cronicidad, la convicción de un destino, desdichado corazón. Ese es el momento de la tanatoterapia. Si no puedes vencerlo, únete a él. Triste, pero económico, práctico, un bien. Menudo proceso el que en esas mentes ha de conducir al desenlace.

Un día te levantas y mirando una telaraña lo dices: esto es la vida.

Otro remedio para los que encuentren difícil la vida, pero menos, lo encontramos en el extremo opuesto a la tanatoterapia. Son las religiones. Las religiones son un método muy muy bueno. Un remedio excelente. Por ejemplo tú dices (lo sabes): Me moriré. La destrucción, desaparecer, la nada. Impercepción, vacío; desastre, Fin. Y con extraordinaria serenidad obtienes la amable réplica: No, pasas a otra fase, mucho mejor, unido al Chamán, la vida eterna, plenitud, etcétera. Una serie de prestaciones fenomenales. Muy muy recomendables las religiones. Lo mejor. Guía de vida, consuelo, club social, realizan actividades, ayudan a los necesitados; muy bien. Sin embargo, el cabalgar del tiempo te traerá, casi con toda seguridad, nuevas reservas inexplicables para la buena fe. Aguardabas un ascenso en el que tenías depositadas fundadas esperanzas, objetivamente lo merecías, pero fue para otro. Qué injusticia, clamas, se lo pediste a Dios, el Jefe, pero nada. Y decides compartirlo en el club, preguntas, desesperado: Por qué, por qué, por qué, y el mismo gurú rey de la serenidad de la otra ocasión dice entonces: Es una prueba.

Dios te ha puesto una prueba para conocer la fortaleza de tu corazón, de tu fe. Una prueba. Y la vas a superar. Y tu media sonrisa se convierte en una sonrisa si no completa sí de dos tercios, y en breve tal vez del cien por cien, y piensas: Qué listo es Dios. Obtuviste consuelo. Y así sucesivamente.

Y puedes hablar con Él cuando quieras, rogarle que te eche una mano (sólo propósitos biennacidos, claro), Él está siempre dispuesto a escucharte. Ostenta oídos infinitos, está en todas partes, hace compañía a todos. Puedes monologar con él.

Por todo ello, el consejo que os doy, queridos niños, es: Creamos.

martes, 18 de enero de 2011

BA-KA-LAO

Aah. Llevo tres días sin comer. Siete días sin ducharme. Quince días sin hablar. Treinta días sin ... (un pareado!) Bakalao tiene cuatro sílabas, mas trata de convertirlo en un clamor, te saldrán tres sintagmas silábicos por aclamación. Lo sé pues, en estos instantes difíciles, evoco un party al que asistí el pasado 31 de diciembre. Era viernes. Alguien dijo: salgamos. Claro. Por qué no. El clamor se insinuaba, se podía oler desde la calle, la calle auguraba el futuro, el patio de manzana auguraba el futuro, el ascensor inexistente auguraba el futuro, las oscuras escaleras lo auguraban. Ah, las fiestas de ese muchacho son antológicas. Berlusconi se muere por asistir. Ese muchacho siempre le dice: te llamo. Ah, Berlusconi continúa muriéndose por asistir. Ah. Las fiestas sadomasoquistas de ese muchacho son antológicas. Ah, Berlusconi. Ah. Debe asistirse con sombrero de copa y bastón de marfil, y sin antifaz, es obligatorio dar la cara, por supuesto. Berlusconi se muere por asistir. Esas fiestas andan hasta los topes de ninfas. No sé si lo he dicho pero las fiestas de ese muchacho son, si no mundialmente, sí europeamente conocidas, o al menos en su escalera; lo que es seguro es que entre sus amigos gozan de una incontrovertible reputación. El muchacho hace una fiesta tras otra. Cualquier pretexto es bueno. Una fiesta cada año. Una fiesta cada semestre. Una fiesta cada trimestre. Vivimos en la fiesta permanente. España es un país de fiesta. Y el clamor: ¡BA-KA-LAO! ¡BA-KA-LAO! Nada de Jethro Tull o Jefferson Airplane, BA-KA-LAO. Llevaba tres días sin comer cuando llegué a la fiesta el 31. Esta vez no era una fiesta sadomasoquista ni una repleta de ninfas hasta los topes. Las ninfas se contaban en número breve, pero sí las adoraba la plenitud a esas ninfas, una plenitud con trazas de exacerbación. Oh, la plenitud. Oh, la sangría. ¡BA-KA-LAO! Alguien iba a leer, o a recitar más bien, un poema pero ya cuando su lengua derrapaba por el cambio de rasante paladario el poema saltó de idea a proyecto, y como pensó, y dijo, y sobre todo sintió Gil de Biedma -o como rezan los anales que sucedió- la cosa era ser poema y no poeta: y el poeta dijo: vamos a Pont Aeri.

lunes, 17 de enero de 2011

ZZZZZZZZ...

Conozco un tipo que literalmente anhela que le rompan la cara (que le rompan la cara) para dar un nuevo impulso a su vida. A buen entendedor... Expletivo, expectorante, execración, retrucar. Resplandor cárdeno y probablemente mefítico. Lo que quiero decir es que la vida la presiden la confusión y la duda. Conocía a una pareja que tuvo un final trágico: a él se lo comió un cocodrilo en un pantano de Luisiana; dos años después a ella se la comió un tiburón en el Pacífico. En En el camino, Miguel Delibes dice "salimos de las afueras de la ciudad". Eternidad, mundo, valle. Así eran las cosas. Tucson. Harare. Buenas noches señora.

Bueno o malo, tengo mundo interior.

domingo, 9 de enero de 2011

Llevar la gorra estilo tonto del pueblo

La moda actual respecto a las gorras dicta que éstas deben llevarse con la visera plana, y si además le añades el toque "tonto del pueblo", esto es, llevarla con encaje asimétrico, esto es, como torcida sobre el cráneo o pelota cerebral, mejor. Antes la moda era llevar la visera combada. Tu comprabas una gorra, la cual venía de fábrica con la visera tiesa como un cadáver, y tú mismo, serve your selfe en materia de moda, utilizabas tus manos para hacer ceder esa rigidez y arquear la visera. Era estético. Pero ya no está de moda, hace mucho. La moda ahora es adoptar el estilo tonto del pueblo. Es sencillo avistar ejemplos durante un paseo por la gran ciudad, nuestros jóvenes no se quedan atrás, sólo los tontos no siguen la moda gorra estilo "tonto del pueblo".

Una muestra emblemática la contiene el concurso Gran Hermano (edición 12, creo). No hace falta ver GH para saberlo. Te puede irritar ver GH, pero si has hecho zápping en un par de ocasiones has podido dar con un muchacho no muy alto (creo) que confirma tendencias manejándose en la casa GH invariablemente con su gorra calada estilo "tonto del pueblo". Yo estoy de acuerdo con las modas, porque si uno es un poco normal, se cansa de las cosas (incompresibles esos que gastan el mismo peinado durante 20 años; qué os pasa tíos), y entonces un cambio viene bien, y si el cambio te lo sirve el propio sistema de manera espontánea, pues mira, puedes tomar nota si así lo deseas; en fin, una ventaja.

Pues bien. Seguro que algunos (todos sería demasiado) sois capaces de evocar al menos un atisbo, un parpadeo, de ese chico que luce su gorra estilo tonto del pueblo en el concurso de la tele. Creo que para añadir estilo la viste algo cedida de la cabeza, esto es, como abandonándole su puesto la gorra, pero sin salirse; aunque de este matiz no estoy seguro. Lo recordaréis si veis GH o si habéis hecho zápping dos veces en los últimos meses, siempre y cuando, obvio, gocéis de unos estímulos neuronales y de una memoria retentiva normal. Porque, claro, ahora que pienso, todo el mundo es más o menos así, pero si nos dedicásemos a rociar a la masa con la pregunta sobre si han visto al tipo de la gorra estilo... en Gran Hermano, acaso algunas respuestas fueran: ¿Un tío que viste gorra en plan tonto del pueblo en Gran Hermano? No, no. No veo Gran Hermano -esto último lo subrayarían-. Este tipo de sujetos piensa: "Yo soy capaz de evocar la visión de un sujeto vistiendo una gorra estilo tonto del pueblo en GH, pero si lo digo seré catalogado como espectador de GH, y no quiero ser catalogado bajo ese epígrafe pues es una etiqueta fatal". No hombre no, tonto, que no (no te catalogaremos como tal). Este tipo de gente, los timoratos de la catalogación, son unos pesaos. Diverso es los que carecen de memoria mínimamente retentiva, pobres. Otros simplemente no han gozado de ocasión para presenciar GH. (Pero todo esto es desviarse -gustosamente- del nudo, una digresión guai).

Sigamos con lo del tonto del pueblo. Yo pienso que hace años, no sé, pongamos en los 60 ó 70, u 80s, un automóvil que recorriera la árida estepa ibérica y recalara en alguna de nuestras villas decimonónicas, con dificultades el piloto para orientarse, pues se le ocurriría preguntar a algún labriego por dónde tomar para seguir hasta... yo qué sé, Tarazona, u Olot. Pues bien, si aguzaban la vista para avistar a un lugareño y preguntarle, y veían a uno que llevaba la gorra como si vistiera una tanqueta de colores en la cabeza, y encima torcida, bueno, en fin, como un tonto, el estilo es inefable, no se puede describir (mas la sensación inequívoca de hallarnos ante una persona médicamente idiota nos golpea), tal vez dijesen: No, a ése no le preguntamos, ese debe ser el tonto del pueblo, que es figura emblemática de cada pueblo que jalona nuestra geografía, y seguirían buscando a alguien que pudiese prestarles ayuda.

¡Pues los tiempos han cambiado!

Pecaríamos de elementales, sin embargo, si echásemos ya el ancla de este barco reflexivo, a estas alturas del mar de la disquisición. Es decir, la pregunta es: ¿Mola parecer tonto, es chisposo? ¿Sucede en otros ámbitos del lucimiento, de la estética?, ¿en el arte, en la política, en el deporte?

Del deporte no dudo pues en éste los resultados mandan, matemáticas. La moda tonta sólo es susceptible de habitar los ámbitos de consideración subjetiva...

¡La felicidad ha de embargarnos!

sábado, 8 de enero de 2011

Los médicos, qué puñeteros

(Nace, ahora, ah, está sacando la cabeza... Ah, el blog, debuta, de feto web a bebé web, Ah... Nació el blog)

Ayer estuve en el médico. "Médica". En la alergóloga. El título de este bloque va por otro camino -un camino que poco más adelante conoceremos-. Lo aclaro pues fue un gusto acudir al médico. Me encanta que me hagan pruebas, mil preguntas, me den órdenes, me digan lo que tengo que hacer. ¿Nombre, dirección? Siéntese al fondo. ¿Experimenta picor en la garganta? ¿Tiene alfombras en casa? ¿Su aspirador cuenta con filtro...? Estire los brazos. Súbase aquí. Esta pomada aliviará su epidermis... Oh. Estuvieron por mí toda la tarde. Iban a toda pastilla, no obstante. Por un momento creí que alguna enfermera iba a resbalar tirando algún dossier al suelo, o una caja llena de ampollas de liquiditos misteriosos. Oh.

Por otra parte, me pidieron disculpas seis veces por haberme hecho esperar (y a mí me daba igual pues estaba en la salita leyendo un libro-tebeo de Juanjo Sáez -un tío muy ingenioso-), me pintaron los brazos...

Pero lo de puñeteros viene por otro motivo. Sobre los médicos en general. Fijaos, fijaos en un cuadro médico. Pongamos, no sé, ¿qué es proctología?, ¿y cirugía laparoscópica? ¿Y nefrología? Pero no me refería a eso, claro. Me refiero a lo prosaico. Te duele una muela. Busca, busca. Ni un dentista. Supongamos que te duele el estómago. Te vas al estomatólogo. ¡Pues no! Ese es el que te mira la muela. No es broma. Ahora intenta que un oculista te diga Lea esto. Ni un mísero oculista. ¿Off-tal-mólogo? Off suena como fuera... "Tal", ¿Tal qué? Molo... go. Yo lo decía. Son gente puñetera estos médicos. Especiales. Complicados. Muy suya esta gente. Por supuesto, no hay narizólogos, lo cual, por otra parte, es lógico pues suena vulgar y si patinas te sale "nazirólogos", que es más feo aún; tampoco hay nasólogos... Busca algo parecido. O-to-rri-nos. Se aproxima a ornitorrinco, obvio, eso lo ve todo el mundo. Un animal. No sé.

Como no deseo aburriros, vamos a poner una foto.