miércoles, 9 de febrero de 2011

Depeche Mode

Esta tarde, pronto, en la sobremesa, yo iba paseando por la Plaza Francesc Macià de Barcelona, e iba pensando (que es una actividad inevitable) en algo que una vez me dijo el escritor Tomás Thomas; me dijo: leer no es nada del otro mundo, pero es que no hay nada mejor que hacer, y rayos, el tipo tenía razón. Por otra parte, se trata de un escritor que ganó el Premio Agotamiento que otorga una famosa revista del ramo de la literatura por un cuento en el que invirtió doce años de su vida a tiempo completo, un cuento cuyo texto fue podando durante esos nueve o doce años, creo que fueron doce, una porrada, hasta reducirlo de los nueve folios que un día fueron su cenit a la medida de un párrafo. Y al párrafo le sobraba la mitad, es decir, tres líneas, me reconoció. Pese a todo Thomas estaba más que satisfecho pues había logrado acercarse, dentro de sus humanas posibilidades, a lo esencial. Y qué es lo esencial os preguntaréis (una preguntita bastante buena, pues, ¿eh, amigos?) En fin, Thomas recibió el premio, que era un diploma, recibió unos breves aplausos -la entrega del premio se celebró en una sala cuyo aforo era bien poco capaz-, ni un céntimo, por supuesto, ni la publicación del cuento -eso habría sido un insulto-, y se fue a casa. Y una semana después, por fin, lo internaron en un psiquiátrico, de donde no ha salido todavía.

El caso es que yo iba pensando en todo ese embolado cuando levanté la vista y a la altura del bar Sándor hallé ante mí a David Grahan, escoltado por el resto de componentes de Depeche Mode, los cuales iban todos vestidos íntegramente de negro, salvo Martin Gore, que iba de gris marengo. Se trata de un grupo de música cuyo trabajo yo admiro, es decir, un grupo con vida hasta 1991 tal vez, hasta Violator, por supuesto, y a cuyos restantes coletazos, que todavía perduran, humildemente yo Fulanito los considero estertores de moribundo, una larga agonía, mas ¿quién escoge su modo de morir? El caso es que toparme con todos estos tipos fue una sorpresa, qué duda cabe, pero yo tengo mi vida, ellos tienen su vida, levanté otra vez la cabeza y me dispuse a continuar mi camino, la senda de mi vida, mas cuál no fue mi sorpresa cuando descubrí que David Grahan y los suyos me estaban bloqueando el camino. Entonces levanté la vista una vez más y dije: "Tú eres David Grahan, ¿no?", y él respondió: "Afirmativo", y ahí se produjo un silencio que persistía en alojar mis dudas, mientras él seguía mirándome, y yo dije: ¿Me conoces? Y él respondió: Esa es una pregunta estúpida. Y yo dije, tal vez holgándome, holgándome sin duda: ¿Y cómo es que me conoces? Esa es otra pregunta estúpida, Fulanito, contestó David Grahan, que hablaba un castellano correctísimo, con un barniz de acento, no obstante, un barniz que no sé por qué pensé que le iba adecuado, y la verdad es que ya no me atreví a hacer más preguntas. Además, recordaba la conversación que tuve con Pete Doherty un par de artículos o capítulos atrás, a ella me remito. Yo dije: escuchad, Depeche Mode, como broma está bien, pero ahora voy a continuar mi camino.

Aunque no fue así. Nos hemos ido a un restaurante de comida rápida y nos hemos comido un helado sandee. Es cierto que ellos han dicho: Vayamos, Fulanito, a una cervecería de tronío, pero me he mantenido inflexible y nos hemos ido a comer un helado. Aún con todo, durante el refrigerio han estado muy simpáticos, contando chistes y todo. 

Después David Grahan ha recibido una llamada de Ewan McGregor (al menos eso me ha dicho a posteriori) y a media tarde nos hemos despedido, emplazándonos a contactar en breve, tal vez con Ewan McGregor también, ese tío es la pera, ha dicho David Grahan, pero esto último lo ha dicho en inglés, pues su castellano no es apto para tan específica coloquialidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario